Ulises Heureaux Level

De Enciclopedia Dominicana SOS
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Ulises Heureaux Level
Es proclamado Presidente de la República el 26 de julio de 1882. Obtuvo 25,682 votos. En este tiempo el voto se ejercía por cargo y por individuo. No por partido.

Ulises Heureaux fue uno de los personajes más controversiales y astutos que ha tenido la República Dominicana. Tenía olfato político y actuaba en función del momento.

Fue un el militar aguerrido y valiente. Político ambicioso y autoritario. Nació en seno de una familia humilde, en Puerto Plata, el 21 de octubre del 1845. Hijo de la señora Josefa Level, santomena que había inmigrado a Puerto Plata a principios del siglo XIX y del señor D’Assas Heureaux, quien era de origen haitiano.

Su nombre se mencionó por vez primera durante la Guerra de la Restauración, en la que participó bajo la inspiración del general Gregorio Luperón.

Ocupó durante 14 años la Presidencia de la República: (1882-1884 y 1887-1899), convirtiéndose en una de las figuras políticas mas importantes del siglo XIX dominicano.

Era un político astuto que se cobijó bajo la sombrilla del caudillo Gregorio Luperón para llegar a la Presidencia de la República, a quien traicionó inmediatamente logró su objetivo. Fue un militante activo del Partido Azul desde los momentos de la fundación de esa organización política.

En 1882 llegó a la presidencia de la República gracias al favor de Gregorio Luperón, y al darse cuenta que el héroe de la Restauración de la República no mostraba interés por ocupar la Primera Magistratura de la Nación, optó por convertirse en líder del Partido Azul, y al mismo tiempo, de una fracción de la clase dominante –comerciantes, importadores, exportadores e industriales azucareros- que habían desplazado a los hateros y luchaban por imponerse como sector social, político y económico.

Inmediatamente alcanzó el liderazgo del partido y del grupo social dominante, consolidó la dictadura y creó mecanismos propios de dominación.

Fue un político audaz y visionario. Se dio cuenta que el país requería de un liderazgo unificador, puesto que las luchas entre los caudillos era el principal obstáculo al desarrollo de la sociedad.

Lilís era el hombre indicado en el momento preciso. Interpretó el sentir del momento, y en su segundo gobierno, a partir de 1887, instauró una dictadura que en sus inicios contó con el respaldo no solo de la clase dominante que lo llevó al poder, sino de todo el pueblo.

El régimen de Lilís representa la etapa de la historia dominicana del siglo XIX, en que hubo mayor estabilidad política y crecimiento económico, lo que contribuyó a una mejoría significativa de los niveles de vida de las personas.

Fue el protagonista de una de las etapas de la historia que más ha influido en la cultura política y tradición del pueblo dominicano.

Su paso por la vida política nacional fue tan impactante que en su recordación se pregonan cantos y leyendas populares. Hizo elecciones fantasmas para legitimar sus gobiernos y reformó la Constitución de la República, cuantas veces le pareció.

Luperón al darse cuenta que Lilís lo había engañado en reiteradas ocasiones, abandonó el país en marzo de 1889, y retornó en 1896, poco antes de su muerte. Lilís lo había desplazado de su liderazgo tanto en el Partido Azul como en el país.

Era amante del juego de gallos, y en términos de liderazgo político, concebía el país como si fuera una gallera. Reconoció y rindió tributos a los Padres de la Patria: Duarte, Sánchez y Mella, así como a los demás próceres de la independencia y la restauración de la República.

Más sin embargo, aniquiló y sacó de circulación con métodos diversos a sus rivales políticos, incluyendo a su protector y guía inspiradora, don Gregorio Luperón, a quien obligó a salir del país, y siete años después fue a buscarlo personalmente a su exilio en Saint Thomas para que viniera a morir en la tierra de la República que había rescatado del dominio español.

A su muerte, Lilís le rindió grandes homenajes. Fue un hombre irónico y simulador, después de destruirlo como líder y humillarlo como ser humano, intentó rescatar su memoria con homenajes póstumos.

Fue un político eminentemente autoritario. Los valores éticos estaban ausentes en sus actuaciones. No toleraba las disidencias. Ignoraba los derechos de las personas. En su forma de ser, la represión era la regla, la libertad era inexistente.

Como todas las dictaduras, cayó en el momento en que importantes sectores de la población se cansaron de los abusos de poder, y de la humillación permanente en que le mantenía el tirano. Fue ajusticiado en Moca, por don Ramón Cáceres, el 26 de julio de 1889.