Eusebio Manzueta
Una abnegada y olvidada familia de hombres de acción, próceres y héroes, prestigia las páginas de la historia de las tres guerras patrias que libró el pueblo dominicano en el transcurso del siglo pasado, para mantener su independencia y soberanía. Seis hombres de apellido Manzueta se destacan como actores de singulares episodios. Entre ellos sobresale una de las grandes figuras militares de la República, prócer de la Independencia y La Restauración y prócer y mártir de la Guerra de los Seis Años: El general Eusebio Manzueta. Héroe olvidado que constituye un ejemplo de las virtudes y cualidades de nuestro pueblo.
Nació Eusebio Manzueta en 1823 en el poblado de Yamasá, descendiente de una importante familia radicada allí desde la época colonial. Se incorporó desde los primeros momentos a las tropas independentistas en las guerras contra Haití. En las campañas del sur, bajo el mando de Pedro Santana, adquirió el rango de Coronel, que ostentaba al momento de consumarse la Anexión a España en 1861. Santana y sus compañeros de traición lo tenían presente, por su influencia y prestigio en la región, para que diera su apoyo a la funesta decisión que se proclamó el 18 de marzo de ese año. Manzueta comprometió su palabra de hombre de honor con su antiguo Comandante en Jefe y cumplió el compromiso de apoyar el pronunciamiento anexionista.
Al conocer el inicio de la guerra restauradora proclamada el 16 de agosto en Capotillo, Manzueta manifestó su apoyo al movimiento desde el Cantón de Yamasá, donde se desempeñaba como jefe militar. Fue el primero que se proclamó en la provincia de Santo Domingo. Las autoridades de la Colonia quedaron sorprendidas, porque tenían de este hombre un concepto de respeto de alta estima, por su seriedad y valentía. Tratando de persuadirlo por la decisión tomada de sumarse al movimiento restaurador, le ofrecieron ventajas políticas y prebendas económicas que rechazó con firmeza.
Ramón González Tablas, en relación con ese hecho nos dice: Este general en quien Santana tenía gran confianza, según de público se decía, no tardó mucho en volvernos la espalda, y con una legión de indios indígenas que mandaba con gran prestigio, estuvo al frente del campamento español en Guanuma ... El motivo de la defección de este hombre honrado y valiente fue un misterio ... Conociendo las autoridades lo que podía valer al frente de sus indios, le dirigieron cartas halagüeñas, ofreciéndole indulto y ventajas, pero las rechazó con templanza y atención. González Tablas era un oficial español severo en sus juicios del pueblo dominicano, al cual no apreciaba, al tiempo que le regateaba sus virtudes y cualidades, al igual que el General La Gándara y Navarro. Pero frente al caso de Manzueta no tuvo más salida que reconocer la honestidad, el valor y la autoridad del jefe dominicano, particularmente cuando éste rechazó los ofrecimientos de las autoridades coloniales, manteniéndose como celoso guardián para impedir el paso por la Cordillera Central de las tropas españolas que debían pasar al Cibao. Primero junto a Tenares, Luperón, Marcos Adón y otros jefes restauradores, y luego solo, impidió el tránsito de los contingentes enemigos combatiendo palmo a palmo el territorio de la comarca, quitándoles a las tropas coloniales, en los primeros meses al mando de su antiguo jefe, Pedro Santana, el control de la región.
Para finales del año 1864 el Gobierno Provisional de la República hacía de conocimiento público una circular que decía lo siguiente: Santiago, Novbre. 23 de 1864. Ciudadano: En esta mañana ha recibido el Gobierno un parte del benemérito Gral. E. Manzueta, el que a la letra copio. - República Dominicana. Ciudadano Gral. Gaspar Polanco, Presidente del Gobierno Provisorio de la República Dominicana.- Santiago.- Ciudadano Presidente: (Guerra es nuestro). - Hoy a las cinco y media de la mañana, tuvo lugar mi entrada en esta población sin tener que lamentar derramamiento de sangre dominicana...Como manifesté a mi Gobierno desde Higüero el proyecto que tenía formado de tomar a viva fuerza esta plaza en combinación con el Gral. Marcos Evangelista Ádón con las fuerzas de él, las del Paso del Muerto, Boca del Yabacao y Monte Grande, el cual hubiera tenido efecto el miércoles... Más adelante dice Eusebio Manzueta, en su comunicación al Gobierno del Presidente Polanco, Anoche como a la una emprendió, en efecto, el español la marcha, no por el camino real de Monte Grande, solo por uno extraviado y pedregoso, temiéndole a las fuerzas del General Marcos (Adón, egf) que a estas horas estaban plazadas en ese camino aguardándoles: por temor y cobardía prefirieron evadirse por uno malo, llamado el de la Caleta, por donde no creyeron ellos encontrar obstáculo alguno. ¡Infelices! mucho peor les ha resultado; pues los bravos de Cayacoa y Voluntarios de Higüero y Carabela van en su seguimiento, y es mucha la mortandad: muchos los heridos y muchos los trastos que en su derrota dejan.
Al finalizar el año de 1864 Manzueta era designado por el Gobierno Restaurador, Jefe Supremo de la región Este del país. Ocupó la provincia de El Seybo y, con sus tropas guerrilleras invencibles, marchó sobre la ciudad de Santo Domingo. Al finalizar la guerra en los primeros días de julio de 1865 junto a José María Cabral, el héroe de Santomé y La Canela, entraba por las calles de Santo Domingo con la bandera dominicana desplegada al frente de harapientos y fatigados guerreros, que habían rescatado la dignidad de la Patria. Se había convertido por sus acciones en una de las grandes figuras militares de la República.
Derrocado el gobierno de Pedro Pimentel, después del triunfo Restaurador, Eusebio Manzueta ocupó provisionalmente la presidencia por pocos días. En rápidos acontecimientos y, como dijera Meriño por inescrutables designios de la providencia cayó en manos de Buenaventura Báez la primera magistratura de la nación. Apátrida, oportunista, y demagogo, Báez se había convertido en agente de la política expansionista de los Estados Unidos. Planeaba ejecutar, desde la presidencia de la República, la anexión de nuestro territorio al poderoso país del norte. Las grandes figuras de la Guerra Restauradora se unieron contra Báez y entre las primeras se encontraba Manzueta. Esa actitud de los hombres de La Restauración anunciaba el inicio de la Guerra de los Seis Años.
Manzueta se alzó en su comarca nativa y por espacio de cinco años .evadió la persecución desatada contra él por el gobierno baecista. Cometió el error de no abandonar su región, lugar donde la guerra era más difícil, por los recursos de que disponía el enemigo sostenido por el gobierno de los Estados Unidos, presidido por Ulises Grant. Perseguido tenazmente se refugió en los montes de Comí donde fue delatado por un amigo. Apresado junto a su hermano Leandro y su hijo Celedonio, el primero, guerrero de la Independencia y La Restauración, fueron condenados a muerte por órdenes de Báez. La sentencia de ejecución se cumplió en los primeros días de noviembre de 1873, cuando ya estaba cerca el derrocamiento del traidor. Llegó al patíbulo sereno y firme del brazo de su hijo menor Silvano. Uno al lado del otro, el General Manzueta y su hermano Leandro, Coronel de la Independencia y la Restauración, se enfrentaron sin temor al pelotón de fusilamiento. Los hijos de Eusebio, Celedonio, Silvano y Ángel María, fueron también hombres de guerra y acción. Celedonio murió en 1877 en la Revolución de los Pinos luchando contra el último gobierno de Báez, verdugo de su padre. Sus hermanos y su sobrino Silvio, nieto de Eusebio, siguieron el camino de la dignidad y el honor que habían heredado de sus antepasados. Olvidados hoy, una calle de la capital lleva el nombre de Eusebio Manzueta. Humilde e injusto homenaje a la memoria del prócer de la Independencia y la Restauración y mártir de la Guerra de los Seis Años.