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Tercera República (1924 - 1965)

Artículo original: Formación de la Nación Dominicana

Gobierno de Horacio Vásquez

La ocupación estadounidense terminó en 1924, con un gobierno elegido democráticamente bajo la presidencia de Horacio Vásquez. En un esfuerzo por conservar el poder de sus seguidores, en 1927, Vásquez extendió su mandato de cuatro a seis años. Había una base jurídica discutible para el cambio, el cual fue aprobado por el Congreso, pero su efectiva promulgación invalidaba la constitución de 1924 que Vásquez había jurado defender. La Gran Depresión redujo los precios del azúcar a menos de $1 por libra. Las elecciones estaban previstas para mayo de 1930, pero de la forma que Vásquez había extendido su periodo presidencial creó suspicacias sobre la imparcialidad de las elecciones. En febrero, fue proclamada una revolución en Santiago por un abogado llamado Rafael Estrella Ureña. Cuando el comandante de la Guardia Nacional Dominicana (la actual Policía Nacional creada bajo la ocupación), Rafael Leónidas Trujillo, ordenó a sus tropas a permanecer en sus cuarteles, el enfermo y envejeciente Vásquez se vio obligado a exiliarse y a proclamar a Estrella presidente provisional. En mayo, Trujillo fue elegido con el 95 % de los votos, habiendo utilizado al ejército para acosar e intimidar al personal electoral y a sus posibles opositores. Después de su toma de posesión en agosto, a petición suya, el Congreso Dominicano proclamó el comienzo de la "Era de Trujillo".

La "Era de Trujillo" (1930-1961)

Rafael Leónidas Trujillo estableció el control político absoluto con severa represión de los derechos humanos nacionales,[1] mientras que fomentaba el desarrollo económico (del que sobre todo él y sus partidarios se beneficiaron). Trujillo utilizó su partido político, el Partido Dominicano, como un sello gomígrafo de sus decisiones. La verdadera fuente de su poder fue la Guardia Nacional, la institución más grande, mejor armada, y la más centralmente controlada que cualquier fuerza militar en la historia de la nación. Al disolver las milicias regionales, eliminar los infantes de marina (la principal fuente de potencial oposición), convirtiendo la Guardia Nacional en un virtual monopolio del poder.[2] El régimen de Trujillo se preocupó por expandir la Guardia Nacional como una de las mayores fuerzas militares de América Latina, por 1940, el gasto militar dominicano fue del 21 % del presupuesto nacional.[3] Al mismo tiempo, desarrolló un elaborado sistema de agencias de espionaje. A finales de 1950, hubo al menos siete categorías de agencias de inteligencia, espiándose una con otra, así como al pueblo. Todos los ciudadanos eran obligados a llevar tarjetas de identificación y los pases de buena conducta de la policía secreta. Obsesionado con la adulación, Trujillo promovió un culto a su extravagante personalidad. Cuando un huracán azotó Santo Domingo en 1930, matando a más de 3000 personas, Trujillo reconstruyó la ciudad y la bautizó como "Ciudad Trujillo", además cambió el nombre de la montaña más alta del país y del Caribe, el Pico Duarte por "Pico Trujillo". Más de 1800 estatuas de Trujillo fueron construidas, y todos los proyectos de obras públicas requerían tener una placa con la inscripción "Era de Trujillo, Benefactor de la Patria".[4]

Como las fincas azucareras se dirigieron a Haití para contratar trabajadores migrantes estacionarios, incrementando el asentamiento en la República Dominicana de manera permanente, el censo de 1920, llevado a cabo por el gobierno estadounidense de ocupación, dio un total de 28 258 haitianos viviendo en el país; para 1935 hubo 52 657 haitianos.[5]

En 1937, Trujillo ordenó la masacre de 17 000 a 35 000 haitianos, alegando que los exiliados haitianos en República Dominicana estaban conspirando para derrocar su régimen (aunque se le atribuye la ley del ojo por ojo, tratando de cobrarse las masacres hechas por Haití al país en épocas anteriores). Este evento más tarde se conoció como "El Corte".[6] La masacre fue recibida con críticas internacionales. El asesinato fue el resultado de una nueva política de Trujillo llamada "dominicanización de la frontera". Los nombres de lugares a lo largo de la frontera fueron cambiados de creole y francés al español, la práctica del vudú fue declarada ilegal, se impusieron cuotas sobre el porcentaje de trabajadores extranjeros que las empresas podían contratar, y se aprobó una ley que impedía a los trabajadores haitianos permanecer en el país después de la cosecha de azúcar.

Rafael L. Trujillo da la bienvenida al presidente de Haití, Paul Magloire (izquierda) en Ciudad Trujillo (Santo Domingo) en febrero de 1951.

Aunque Trujillo trató de emular al Generalísimo Francisco Franco, dio la bienvenida a los refugiados republicanos españoles tras la Guerra Civil Española. Durante el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial, la República Dominicana dio asilo en muchos judíos que escapaban de Hitler que habían sido rechazados por otros países. Estas decisiones surgieron de una política de blanquismo, estrechamente relacionada con la xenofobia anti-haitiana, que trataba de agregar más blancos a la población dominicana mediante el fomento de la inmigración procedente de Europa. En el marco de la Política de buena vecindad, en 1940, el Departamento de Estado de los Estados Unidos firmó un tratado con Trujillo renunciando al control de aduanas de la nación. Cuando los japoneses atacaron Pearl Harbor, Trujillo siguió los pasos de los Estados Unidos declararándole la guerra a las Potencias del Eje, a pesar de que había profesado abiertamente su admiración por Hitler y Mussolini. Durante la Guerra Fría, Trujillo mantuvo lazos estrechos con los Estados Unidos, declarándose a sí mismo como el "anticomunista número uno" del mundo y convirtiéndose en el primer presidente de América Latina en firmar un Convenio de Asistencia de Mutua Defensa con los Estados Unidos.

Trujillo y su familia establecieron un cuasi-monopolio sobre la economía nacional. En el momento de su muerte, había acumulado una fortuna de alrededor de $800 millones, él y su familia poseían un 50-60 por ciento de las tierras cultivables, alrededor de 700 000 acres (2800 km²), y las empresas de propiedad de Trujillo el 80 % de la actividad comercial en la capital.[7] Explotó el sentimiento nacionalista para comprar la mayoría de las plantaciones de azúcar de la nación y refinerías de las corporaciones de EE.UU.; operó un monopolio en el comercio de sal, arroz, leche, cemento, tabaco, café, y las aseguradoras; se apropió de dos grandes bancos, varios hoteles, de las instalaciones portuarias, la línea aérea y una línea de transporte marítimo; descontó el 10 % de los sueldos de todos los empleados públicos (supuestamente para su partido), y recibió una porción de los ingresos de la prostitución.[8] La Segunda Guerra Mundial trajo una mayor demanda de las exportaciones dominicanas, y la década de 1940 y principios de 1950 fueron testigo de un crecimiento económico y de una expansión considerable de la infraestructura nacional. Durante este período, la capital pasó de ser solo un centro administrativo para el centro nacional de transporte marítimo y la industria, aunque era pura "coincidencia" que por las nuevas carreteras a menudo se llevaban las plantaciones y las fábricas de Trujillo, y los nuevos puertos beneficiaban el envío de exportación de las empresas de Trujillo.[9]

La mala administración y la corrupción dieron lugar a grandes problemas económicos. A finales de la década de 1950, la economía se estaba deteriorando a causa de una combinación de exceso de gastos en un festival para celebrar el 25 aniversario del régimen, un gasto excesivo para la compra de molinos de azúcar y plantas de electricidad privadas, y una decisión de hacer una gran inversión en la producción de azúcar estatal resultó económicamente un fracaso. En 1956, los agentes de Trujillo en Nueva York mataron a Jesús Galíndez, un exiliado vasco que había trabajado para Trujillo, pero que más tarde denunció el régimen de Trujillo y lo había puesto en la opinión pública en los Estados Unidos. En agosto de 1960, la Organización de Estados Americanos (OEA) impuso sanciones diplomáticas contra la República Dominicana como resultado de la complicidad de Trujillo en un intento de asesinar al presidente venezolano Rómulo Betancourt.

Ante el temor de que el país se podría unir en contra de Trujillo y ser sustituido por los comunistas, la CIA ayudó a un grupo de disidentes dominicanos para asesinar a Trujillo en una persecución automovilística camino a su casa de campo cerca de San Cristóbal el 30 de mayo de 1961.

Las sanciones se mantuvieron en vigor después del asesinato de Trujillo. Su hijo Ramfis asumió el control de facto, pero fue depuesto por sus dos tíos, después de una disputa sobre la posible liberalización del régimen. En noviembre de 1961 surge el levantamiento militar de la "Rebelión de los Pilotos" y la familia Trujillo se vio obligada a exiliarse, huyendo a Francia, y el hasta ese momento presidente títere Joaquín Balaguer asumió el poder definitivo.
  1. Jonathan Hartlyn. The Trujillo Regime in the Dominican Republic. In Sultanistic Regimes, Johns Hopkins University Press
  2. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic, Pg. 96
  3. Emilio Betances, State and Society in the Dominican Republic, Pg. 97
  4. Eric Paul Roorda, The Dictator Next Door: The Good Neighbor Policy and the Dominican Republic, 1930-1945.-
  5. Needed but unwanted: Haitian immigrants and their descendants in the Dominican Republic, Pg. 24 (Catholic Institute For International Refugees, 2004)
  6. Jan Knippers Black, Politics and development in an unsovereign state Pg. 27
  7. Howard Wiarda The Dominican Republic: A Nation in Transition, Pg. 40-41
  8. Jared Diamond, Collapse, One Island, Two Peoples, Two Histories (Penguin Books: New York and London, 2005) Pg. 337
  9. Jan Knippers Black, The Dominican Republic: politics and development in an unsovereign state.