Trina Moya de Vasquez
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Su Vida
Nació en ciudad de La Vega el 13 de enero de 1863 y murió en Puerto Rico el 13 de marzo de 1941 a los 78 años de edad.
Poetiza y autora del famoso Himno a las Madres. Sobresalió por su humildad y sencillez en su calidad de Primera Dama, esposa del Presidente Horacio Vásquez. Este himno fue presentado por primera vez por un coro de voces en la Iglesia del ex -Convento Dominico el 30 de mayo de 1926, en la ciudad de Santo Domingo con música del sacerdote y poeta Manuel de Jesús González.
Doña Trina fue una mujer de refinado talento y grandes inquietudes morales a favor de la educación de nuestro país. Durante el pasado siglo fue fuente de inspiración para la mujer dominicana. Junto a otras notables damas, fundó en 1904 el Club de Damas de Moca y el Club de Damas de Santiago.
Su Poesía
Es autora de varios poemas, entre los que se señalan “El Campo” y “El Estudio”. Escribió en prosa el libro “Añoranzas” y “Patria y Hogar”, éste último con prólogo del destacado poeta dominicano Fabio Fiallo. Sus poemas y escritos dispersos aparecen con los seudónimos de T. Colombina y Ángela.
En 1915, con motivo de la celebración de los Juegos Florales de La Vega, fue premiada su composición “Patria y La Mujer Dominicana”. En un concurso en ocasión de la coronación de Nuestra Señora de La Altagracia, en el año 1922, logró el primer lugar con su “Soneto a María”. Una de sus sobrinas, Doña María Ascensión Claudina de Moya, testifica que Doña Trina fue una ferviente devota de la Virgen de Lourdes, cuya imagen la pareja presidencial pidió a Francia para regalarla a la Iglesia de Tamboril.
Su Carisma
Entre otros homenajes se recuerda el Primer Centenario del Municipio de Tamboril celebrado con histórico esplendor en el año 2000, donde el Comité de las Fiestas organizó el 28 de mayo de ese año (Día de las Madres) una Eucaristía y un solemne acto en su honor, dando a conocer parte de su obra literaria y su prestante figura de dama dominicana.
Con alegría y fervor patriótico, seguimos cantando su convocatoria a los moradores del campo y de la ciudad, a los niños, jóvenes y ancianos. Su voz y ternura, como una nueva luz de primavera seguirá en la conciencia y en el corazón de Tamboril.
Este parque y centro cultural tendrá el compromiso histórico y comunitario de honrar el nombre de Doña Trina, Símbolo de la Mujer, Amiga de Tamboril y Madre Espiritual de la Nación Dominicana.
Vivió el dolor de los mortales, aquejada de cáncer en la garganta fue atendida por diferentes médicos dominicanos, pero finalmente viajó a chequearse a Puerto Rico, donde murió el 25 de febrero de 1941.
Sus restos reposan en la Iglesia de Tamboril por mucho tiempo unidos a los restos de su esposo, el ex - presidente Horacio Vásquez.
Sobre el Himno a las Madres
Una pariente de Trina de Moya envió a Diario Libre, periódico de circulación nacional, las letras originales del Himno a Las Madres, titulado originalmente El Día de las Madres en el libro Patria y Hogar, de la esposa del ex presidente Horacio Vásquez (1994-1930).
La composición poética es cantada en todas las escuelas y colegios por los estudiantes, con motivo a ese día dedicado a las progenitoras.
La copia de las letras enviada por Alba de Moya, familiar de Doña Trina, la copiamos a continuación, haciendo la salvedad que los cambios que se le hicieron responden ,mas bien a un asunto de rima o métrica musical.
Himno a las madres
!Venid los moradores del campo y la ciudad, y entonemos un himno de intenso amor filial:
Cantemos de las madres la ternura, el afán y su noble atributo de abnegación sin par.
Celebremos todos la fiesta más bella, la que más conmueve nuestro corazón; fiesta meritoria, que honramos con ella a todas las madres de la creación.
¡Quien, como una madre, con su dulce encanto, nos disipa el miedo, nos calma el dolor, con solo brindarnos su regazo santo, con sólo cantarnos baladas de amor!
De ella aprende el niño la sonrisa tierna, el joven la noble, benéfica acción; recuerda el anciano la oración materna y en su alma florece la resignación.
CORO: Venid los moradores...
Celebremos con flores la tumba sencilla de madres que moran en la eternidad, y ornémos con flores la frente en que aun brilla, en que aun brilla y fulge la maternidad.
Para ello escojamos frescas azucenas -simbólicas flores de aroma ideal-, blancas como el alma de las madres buenas y con algo místico y sentimental.
Albas estrellitas, nítidas hermanas de las que circundan la divina sien de la que es modelo de madres crisitianas, madre del Dios-Hombre nacido en belén.