Pedro García
Pedro García, Curioso en medicina lo calificaba el gobierno. La Guerra de Restauración fue obra histórica de contenido auténticamente popular. junto a nombres famosos y apellidos descollantes por su prestigio social, la Guerra Patria la hizo el pueblo, representado en la inmensa legión de combatientes que se lanzó a los campos de batalla, permaneció en los cantones y aterró al español al asaltarlo machete en mano en batallas campales y sobre todo, cuando el ejército de ocupación estaba en movimiento y de las entrañas del monte le acometía la guerrilla.
Protagonista de esa hazaña histórica fue Dandana, de El Cambronal; lo fueron Manengue, Llillito, Cabuya, Baqueche, Medio Mundo y Pancho Perico, tan sureños como los cactus y los cambrones de Azua; Juanicón, el de Guayubín; Ramonazo, el de Puerto Plata; Caravana y El Chivo, del corazón del Cibao; personajes sencillos y elementales, cuyo origen social lo evidencia el apodo con que la historia los registra.
Abundan igualmente en la lista de los restauradores, los hombres practicantes de los más variados oficios; realizadores de actividades propias de gente humilde, pero cuya participación adquirió valor en medio de aquel esfuerzo titánico de un pueblo pequeño que se batía a muerte por su libertad contra una poderosa potencia colonial.
Simón Felipe, por ejemplo, era herrero en servicio en Santiago, hasta que en agosto de 1864 lo enviaron a continuar su ejercicio, como todo un soldado, al campamento general de Las Jabillas, Puerto Plata; Álvaro Díaz era aserrador al servicio del gobierno; Ramón Cruz, Santiago Ureña, José Ramón Gómez, Estanislao Díaz, entre muchos más, eran recueros al servicio del gobierno, y su papel fue vital para el transporte de provisiones de boca, armas, municiones y mercancías en las diferentes regiones; lo mismo que los boyeros, que con sus yuntas de bueyes debían mover entre un punto y otro, cargas y material de guerra tan pesado como las piezas de artillería, por sendas ásperas y caminos difíciles. No era simple cuestión de fuerza bruta, sino también de mucho ingenio y sobre todo, de alto sentido de la responsabilidad y del deber.
En el Archivo Histórico de Santiago se conserva un Libro de Actas del Gobierno Restaurador, en el cual, en letras manuscritas con cuidadosa y elegante caligrafía, se lee un Oficio del 3 de enero de 1865 dirigido a Pedro García y que dice en su contenido: necesitando el gobierno de utilizar los servicios de Ud. en el campamento de Las Javillas, como curioso en medicina, se servirá presentarse ante esta gobernación a la mayor brevedad, listo para marchar al referido punto. Como puede observarse, el curandero también jugaba su función y la dirección del movimiento tuvo el acierto de aprovecharlo.
Fijó su residencia en La Vega. Al desencadenarse la Guerra de Restauración, ocupó dignamente su lugar de patriota y en diciembre de 1863 el comandante Eusebio Núñez lo escogió como su secretario. El 31 del mismo mes fue llamado por el gobierno de Santiago y allí se desempeñó como Oficial Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores y como secretario particular del presidente Pepillo Salcedo.
El 19 de octubre de 1864, el presidente Gaspar Polanco también lo designó secretario suyo. Al caer Polanco en enero de 1865, Gautreaux firma también como secretario en las actas y documentos aprobados en la reunión en que quedó constituida la Junta Superior Gubernativa, bajo la presidencia interina de De Rojas, que ejerció el gobierno hasta la juramentación de Pimentel en marzo de 1865.
Gautreaux ejerció su profesión y murió en La Vega, próximo al año 1915, según uno sus biógrafos.