Ocupación haitiana

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Ocupación haitiana

La ocupación militar haitiana de Santo Domingo en 1822 fue un período histórico que duró 22 años en el cual Haití gobernó la parte oriental de la isla, imponiéndose sobre el nuevo Estado de Haití Español, el cual fue dividido en dos departamentos: situándose en la porción norte el Cibao, y en la porción sur el Ozama.

Los veintidós años de la ocupación haitiana de Santo Domingo después de un breve período de independencia son recordados por los dominicanos como un período de Dictadura militar brutal, aunque la realidad es más compleja. Se llevaron a cabo expropiaciones de tierra a gran escala y no los esfuerzos necesarios para la producción de cultivos de exportación, se impuso el servicio militar, se restringió el uso de la lengua española, y se trató de eliminar las costumbres tradicionales, como las peleas de gallos. Esta situación avivó la percepción de los dominicanos de sí mismos como distintos de los haitianos en "idioma, raza, religión y costumbres nacionales".[1] Sin embargo, este fue también un período que terminó definitivamente con la esclavitud como institución en la parte oriental de la isla.

Haití prohibió la constitución de los blancos de ser propietarios de tierras, y las principales familias terratenientes se vieron privadas por la fuerza de sus propiedades. La mayoría emigró a Cuba, Puerto Rico o a la Gran Colombia, por lo general con el apoyo de funcionarios haitianos, que adquirieron sus tierras. Los haitianos, que asociaban la Iglesia Católica Romana con sus amos Francia|franceses, que les habían explotado antes de su independencia, confiscaron todos los bienes de la iglesia, deportaron a todos los clérigos al extranjero y los restantes miembros del clero rompieron los lazos con el Vaticano. La Universidad de Santo Domingo, la más antigua de América y que carecía de estudiantes y profesores, fue cerrada. Con el fin de recibir el reconocimiento diplomático de Francia, Haití se vio obligado a pagar una indemnización de 150 millones de francos a los ex-colonos franceses, suma que posteriormente fue reducida a 60 millones de francos, tras lo que Haití impuso pesados impuestos sobre la parte oriental de la isla. Dado que Haití no pudo mantener adecuadamente a su ejército, las fuerzas de ocupación en gran parte sobrevivieron confiscando alimentos y suministros a punta de pistola. Los intentos de redistribución de la tierra en conflicto por el sistema de tenencia comunal de la tierra (terrenos comuneros), que había surgido con la economía ganadera, y el resentimiento de los recién emancipados esclavos hace que la administración haitiana se vea obligada a aumentar los cultivos comerciales en virtud del Código Rural de Boyer.[2] En las zonas rurales, la administración haitiana solía ser demasiado ineficiente para hacer cumplir sus propias leyes. Fue en la ciudad de Santo Domingo en la que los efectos de la ocupación se sintieron más agudamente, y fue allí donde se originó el movimiento por la independencia.

En 1838 Juan Pablo Duarte, fundó una sociedad secreta llamada La Trinitaria para intentar conseguir la independencia de Haití, más tarde se añadirían a esta sociedad Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez. En 1843 se aliaron con un movimiento haitiano cuyo objetivo era el derrocamiento de Boyer. Al revelarse a sí mismos como revolucionarios que trabajan por la independencia dominicana, el nuevo presidente de Haití, Charles Rivière-Hérard, exilió o encarceló a los principales trinitarios. Al mismo tiempo, Buenaventura Báez, un exportador de caoba azuano y diputado en la Asamblea Nacional de Haití negociaba con el cónsul francés el establecimiento de un protectorado francés. En un levantamiento cuyo fin era anticiparse al acuerdo de Báez, el 27 de febrero de 1844 los trinitarios proclamaron la independencia de la República Dominicana con el apoyo de Pedro Santana, un rico ganadero de El Seibo que comandó un ejército privado de peones que trabajaban en sus fincas.

Referencias

  1. Moya Pons, Frank. Entre la esclavitud y del sindicalismo libre: El Caribe Español en el siglo XIX. Universidad Johns Hopkins (Baltimore), 1985.
  2. Los terrenos comuneros surgieron debido a "la escasez de población, el bajo valor de la tierra, la ausencia de funcionarios calificados para el estudio de tierras y la dificultad para dividir el rancho de tal manera que cada individuo recibiría una parte de los pastizales, los bosques, arroyos, palmerales y las pequeñas parcelas agrícolas que sólo se combinan cuando se hizo posible la explotación del rancho". Hoetink, el pueblo dominicano: Apuntes para una sociología histórica. Ault Stephen Pag. 83 (Johns Hopkins: Baltimore, 1982).