Rosa Duarte
Hermana de Juan Pablo Duarte y Diez, nació en Santo Domingo, en 1821 Como todos los hijos de doña Manuela Diez, estuvo imbuida por un gran fervor patriótico Miembra y colaboradora activa de la Sociedad Secreta “La Trinitaria’, tuvo una destacada e importante participación en los preparativos de la proclamación de la República el 27 de febrero de 1844.
Sus apuntes, aporte de incalculable valor para nuestro país, son considerados por Emilio Rodríguez Demorizi como el "Nuevo Testamento” de nuestra historia, ya que a través de este documento se han podido conocer los detalles de aquellos años de conspiración y de trabajo por la liberación de la patria. En ellos dice: “Dios me ha conservado la facultad de pensar y recordar y también me ha concedido el sagrado derecho de protestar contra los traidores a la Patria.
Aportó a la causa liberadora apoyando las actividades de los Trinitarios y de la sociedad La Filantrópica. Junto a sus amigas, participó en las obras teatrales que se presentaban en el edificio de la Cárcel Vieja, situado al lado del Palacio de Borgellá, frente al Parque Colón, desde las que se creaba conciencia sobre la causa independentista. -
Estas representaciones, en adicción de mantener levantado el espíritu público, servían también para obtener recursos con los cuales comprar municiones y cubrir los gastos de los emisarios que se enviarían a desempeñar misiones a distintas partes del país.
En los preparativos para la proclamación de la Independencia, Rosa Duarte fabricó junto con otras mujeres gran cantidad de las balas que utilizó el movimiento.
En 1845, un año después de proclamada la Independencia, fue deportada junto a su madre y hermanos/as. Muerto su hermano Juan Pablo, quiso regresar al país, pero aunque en 1883 el Estado dominicano ofreció facilidades para el retorno de la familia Duarte, su hermano Manuel se negó a regresar a aquella tierra de la cual habían sido expulsados/as sin ningún miramiento.
Aún así, Rosa se mantuvo animando a los y las patriotas de aquellos días que visitaban constantemente su casa en Caracas, a que siguieran en el empeño de adelantar al país. Junto a su hermana Francisca confeccionó en seda una bandera dominicana que enviaron al Ayuntamiento de la Ciudad de Santo Domingo. Murió en Venezuela en 1888.