Gaspar Hernández

De Enciclopedia Dominicana SOS
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Camilo Gaspar Hernández Morales

Rasgos biográficos y entrada al Seminario

Gaspar Higinio nació en Lima (Perú), el 6 de enero de 1798 y era hijo de Francisco Hernández, nativo de Galicia, y la limeña Juana Morales. Probablemente, a causa de una temprana enfermedad, fue bautizado de urgencia (probablemente en su casa) por el P. Manuel de Castro, y tres años después (3 de mayo de 1801), el P. Diego Estanislao Venegas suplió los ritos en la Parroquia de Santiago del Cercado. A los once años empezó a estudiar Latinidad en el Colegio Seminario de Santo Toribio, pero su obsesión era ser clérigo regular de la Orden de Ministros de los Enfermos o Camilos, __el instituto fundado en Roma por San Camilo de Lelis__ en 1584, a la que parece haber ingresado poco antes de completar sus estudios en el seminario y cuando sólo tenía 16 años. Consta que, previas las informaciones de cinco testigos acerca de la “legitimidad, buena sangre y sanas costumbres”, el 22 de julio de 1814 vestía el hábito en el convento de Santa María de la Buena Muerte (Lima), y al año siguiente (24 de agosto de 1815), emitía su profesión de votos simples.

Diez días antes de concluir su noviciado (14 de agosto de 1815), aunque no poseía nada, había hecho formal renuncia de sus bienes o herencia a favor de su congregación, conocida también como “Padres de la Buena Muerte”.

Trabajo Pastoral

Su primer trabajo pastoral en la ciudad de Santo Domingo a partir del 22 de julio de 1839 fue el curato de San Carlos extramuros (1839-1843), que alternó con el cargo de cura del Sagrario de la Catedral (1841-1843). Posteriormente y antes de su regreso a San Carlos (1852 a 1855), fue sucesivamente párroco interino de La Vega (9 de octubre de 1848 a 1º de mayo de 1849), Santa Bárbara (5 de abril-16 de agosto de 1851), y Azua (1851-1852).

== Maestro y consejero de algunos trinitarios== (1842-1843)

Según testimonio de Rosa Duarte y otros cronistas de la época, el P. Hernández abrió una clase diaria de Filosofía en la sacristía de la Iglesia de Regina Angelorum (calle de la Universidad), quizás poco antes del terremoto del 7 de mayo de 1842, a la que asistieron entre otros, los trinitarios Juan Pablo Duarte, Francisco Sánchez, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina. En realidad, las clases comenzaron en una casa (“un buhío, detrás del camarín de la Iglesia, esquina con el callejón de la noria”), es decir, detrás del ábside de la Iglesia de San Carlos. Sólo cuando fue trasladado a la Catedral para sustituir a Francisco Roca Castañer, la pequeña “escuela” se trasladó a la pieza anexa a la sacristía del templo de Regina Angelorum. Allí se reunía con los jóvenes cuatro horas cada mañana, y de ahí proviene la categoría de “prohombre de la separación”o“inspirado apóstol de las ideas redentoras de nuestro pueblo” que le adjudicó la historia romántica del siglo XX. A pesar de lo escueto de las notas de Rosa Duarte, sí nos dejó constancia de que aquellas reuniones a las que asistía todos los días su hermano parecía más “una junta revolucionaria que clase de estudios filosóficos”.

No cabe duda que Fr. Gaspar sabía Filosofía, probablemente escolástica, porque había sido profesor de esa materia en el Seminario Conciliar de Lima y luego lo sería en el colegio-seminario San Ildefonso en San Juan (Puerto Rico). Quizás su buena preparación humanística y sus lecturas le permitieron también el acceso a corrientes e ideas totalmente nuevas para el Santo Domingo haitiano. Resulta revelador que, en los años en que representó a Santiago ante el Congreso Nacional prefirió participar siempre en las comisiones de Justicia e Instrucción Pública porque, según él mismo decía, eran “los ramos más adecuados a sus conocimientos”.

Situación de contrariedad

El 30 de abril de 1843 tuvo a su cargo el sermón en el Te Deum que se entonó en la Capilla de la Misericordia (provisional) por el reciente éxito del movimiento de la reforma del 24 de marzo de aquel año, fruto directo de la insurrección de Praslin, que Jean Price-Mars considera raíz del “rompimiento de la unidad nacional” del año siguiente. En presencia del Can. Tomás de Portes, Vicario General del Arzobispado, del general Pablo Alí, comandante del Departamento de Santo Domingo, y los cinco miembros del Comité Popular (dos haitianos y tres dominicanos), en una pieza oratoria, marcadamente política, no exenta de una base teológica e incluso de historia antigua, Hernández sensibilizó a su auditorio sobre la funesta tiranía de Boyer en ambas partes de la isla, mientras auguraba para haitianos y dominicanos un futuro prometedor, como si sólo eso fuese lo que esperaba lograr la isla y su redención definitiva.

Sin embargo, como todas aquellas ilusiones se frustraron al presentarse en la Parte Oriental el hombre fuerte de la jornada que había desplazado a Jean-Pierre Boyer del poder, antes de los cuatro meses de aquel sermón (1º de agosto de 1843), Hernández se vio obligado a salir de la isla rumbo a Curaçao, expulsado por orden expresa de Charles Hérard-Rivière, junto con el franciscano navarro Fr. Pedro Pamiés (1809-1843), acusados ambos de agitar al pueblo con su predicación subversiva. 12 Ambos habían ejercido el curato de aquella capilla provisional de la plazuela de San Gil o del Matadero, y su honrosa actuación a raíz del terremoto del 7 de mayo de 1842 se conservó en la composición de la solterona doña Ana de Osorio:

“Dos ministros de excelencia hemos tenido a favor: el muy docto don Gaspar y el virtuoso Pamiés, con oraciones tal vez han disipado el pesar”.

El mismo año del destierro de ambos sacerdotes, Manuel Joaquín del Monte dedicaba a Gaspar Hernández unos versos hirientes y se abrió así una guerra a versos, aunque la paternidad de la composición en respuesta a las letrillas ofensivas de Del Monte, donde sale a relucir más de una vez el inevitable antihaitianismo y racismo del segundo, sólo se atribuyó al religioso limeño, y según asegura Rodríguez Demorizi, eran en realidad de la autoría de Ramón Hernández Chávez.

=== Última Estancia en Santo Domingo=== (1857 a 1858)

Procedente de Santiago de Cuba y después de detenerse en La Habana, llegó a Santo Domingo en el vapor Habanero el 24 de enero de 1857, amparándose en el decreto del Consejo de Secretarios de Estado, firmado por el presidente [[Manuel de Regla Mota[[ (11 de agosto de 1856), que anuló la orden de expulsión y autorizó el regreso de los exiliados del gobierno del general Pedro Santana.

Apenas diecisiete meses duraría esta su tercera y última estancia en Santo Domingo. Durante ese tiempo sólo sería vicerrector del Seminario Conciliar de Santo Tomás (1857-1858), y a la muerte del arzobispo Portes, y a cargo ya del gobierno de la Arquidiócesis, su Rector (8 de abril-21 de julio de 1858). Un año antes (28 de marzo de 1857), con motivo de la salida del país del cónsul británico Sir Robert H. Schomburgk había llegado a Santo Domingo el 23 de enero de 1849 junto con el arzobispo Tomás de Portes, Francisco Sánchez, Juan Nepomuceno Ravelo, Francisco Javier Abréu, Juan Nepomuceno Tejera y los PP. Francisco Díaz Páez, Carlos Piñeyro y Dionisio Valerio de Moya y un extenso grupo de vecinos de Santo Domingo, estamparía su firma al pie de una “gratulatoria” o carta pública de reconocimiento a su labor en pro de la firma de una tregua por diez años en la guerra dominico-haitiana (14 de diciembre de 1854), además de haberse opuesto a las maniobras norteamericanas tempranas e impulsado el tratado dominico-inglés de 1850.

Referencia Bibliográfica

  • Sáez R. José L. El padre Gaspar Hernández Morales, M. I. (1798 a1858) y su verdadero aporte al movimiento independentista