El carnaval en Cabral

De Enciclopedia Dominicana SOS
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Quema de Judas en cabral

El sábado, domingo y lunes después de Semana Santa, en Cabral, Barahona y comunidades cercanas como Peñón, Fundación, Cristóbal, Salinas y otras, encontramos a los Cachúas, con una de las máscaras más hermosas, llenas de colorido, música y movimiento, donde sobresale su cabellera de papel crepé o de vejiga. Con sus fuetes (látigos) se apoderan del pueblo, culminando sus actividades con la quema de Judas-Calié en el cementerio, en una de las ceremonias más impresionantes y significativas de todo el folklore dominicano, el lunes después de la Semana Santa. Los Cachúas, llamados así por tener "cachos" (cuernos) en la careta, son unos Diablos Cojuelos que se representan en el Suroeste, incluyendo Barahona, Duvergé, Neiba y hasta en Pedernales. Pero donde tienen más importancia y presentan una mayor elaboración es en Cabral.

Aunque pueden haber durante las fiestas patrias, los Cachúas salen durante la Semana Santa, especialmente alrededor del Domingo de Resurrección. En Neiba acostumbraban salir el día de San Bartolomé (24 de agosto).

Las Cachúas, con un mameluco coloreado y alas de murciélago, tienen una de las máscaras más hermosas del país sin pintura, en base a papel multicolor de vejiga y crepé, donde sobresale una enorme cabellera hecha de papel crepé de diversos colores. Usan espejitos en las capas y algunos llevan campanas en las cinturas y otros en las manos. Llevan un "fuete" (foete) en la mano. Algunos usan una máscara simple de tela.

Aquellos que no se disfrazan, pero que sí participan en el Carnaval, se les llama civiles y se enfrentan con los cachúas con sus fuetes.

En Cabral, los "Cachúas" salen el Sábado Santo (Sábado de Gloria) y se van a los campos en la mañana y regresan el mismo día en la tarde; repiten lo mismo el Domingo (Domingo de Resurrección). El lunes siguiente hacen lo mismo pero pidiendo, de casa en casa, dinero, plátanos, víveres o lo que tengan; regresan al pueblo y entonces se reunen todos los Diablos en el pueblo abajo (a veces más de 500) y comienza la ceremonia.

Hacen un gran círculo y el jefe de ellos les ordena repicar ("puntiar") los fuetes y pasan un tiempo "puntiando". Entoces van a pasear por el pueblo con un conjunto de acordeón, balsié, güiro y pandero y bailan por las calles. Cuando consideran que han bailado suficiente, hacen un Judas (Júa) de hojas de plátano, lo montan en un burro y con los fuetes lo guían por todo el pueblo mientras continúan bailando. Luego queman el Judas.

Finalmente todos los Diablos se dirigen al cementerio a rendirle tributo a los compañeros muertos, al tiempo que repican los fuetes e improvisan poesías. Entonces se dispersan, hasta el año próximo.