Las Vírgenes de Galindo

De Enciclopedia Dominicana SOS
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Obra magistral de Cesar Nicolás Penson convertida en décima por : Gabriel Moquete

LAS VÍRGENES DE GALINDO------( Décimas )

En época de Boyer, cuando la dominación de Haití sobre ésta nación sucedió este acto tan cruel.


En aquél lejano ayer Galindo era un litoral cerca de la capital, ( entonces amurallada, ) donde hoy está la barriada Mejoramiento Social.


Su finca en aquél lugar Andres Andújar tenía, un señor que allí vivía en su entorno familiar.


Un tupido guayabal de sombras cubría el ambiente, una ligera pendiente se desliza hacia el Ozama, allí un becerrillo brama, canta la brisa sonriente.


Allí vivía Don Andrés con sus tres hijas hermosas, eran en verdad tres rosas llenas de amor y de fe. Despertaba el interés


Agueda,linda y jovial, era como un manantial de belleza y de ternura, desbordaba gracia pura su belleza natural.


Las otras dos hermanitas siete y ocho años tenían, Ana y Marcela, serían tambien dos niñas bonitas.


De madre eran huerfanitas y tenían de compaía a una moza que tenía en su finca Don Andrés, tambien había un mozo, que de mayordomo servía.


A Don Andrés le gustaba mucho la pelea de gallos y en su brioso caballo a la gallera marchaba.


A las tres hijas dejaba en el ya citado hogar y se marchaba a jugar sin importarle el regreso y mucho despues " del rezo " sabía a veces regresar.


La gente le aconsejaba sus niñas no dejar solas, Don Andrés,aquellas " bolas· no hacía caso y las " pifiaba. "


Quien mas consejos le daba era Jacinta Cabral, una mujer muy cordial que a sus hijas recibía cuando a veces las traía con él a la capital.


Cuentan que un sargento Haitiano que a las niñas observaba una acción brutal tramaba junto a un mal Dominicano.


Los dos, para el fin malsano otros cómplices buscaron, a Don Andrés acecharon una noche a su regreso y con felonía en exceso la vida allí le cegaron.


Las niñas, que al perro oyeron ladrar con mucha insistencia se llenaron de impaciencia y mucho temor tuvieron.


Las tres, acaso creyeron que los ladridos del can no era más que un ademán en esa forma expresado con un amo, que a su lado siempre servía de edecán.


Mientras tanto, los bandidos en aquella noche oscura siguen su plan de locura firmemente decididos.


Después de haber abatido a Don Andrés al llegar, se lanzan a realizar la trama salvaje y ruín y el diabólico festín se marchan a consumar.


La puerta de talanquera que de la finca es entrada es ágilmente violada como una débil frontera.


Ya la familia se entera de que existe algo anormal, la moza sale al portal y las tres niñas tambien, entre la penumbra ven al mozuelo mayoral.


Aunque la luz es escasa notan a los malechores y aturdidas de temores se encierran dentro la casa.


Pero el intento fracasa, porque el mozo, presionado, hace creer que ha llegado a la casa Don Andrés, y todas, con interés acuden ante el llamado.


El sargento Haitiano agarra a Águeda en un rincón y de jalón en jalón toda su ropa desgarra.


Viola la virgen, y embarra su cuerpo en sangre y sudor, allí todo el rededor de pánico se llenó, el ambiente se cubrió sólo de angustia y terror.


Las tres vígenes violadas, era una profanación que recibía la nación por ellas representada.


Nuestra dignidad burlada, herida su intimidad, un disparo que en verdad causa un horrible dolor y que alienta con ardor las ansias de libertad.


Las tres niñas mutiladas en un crimen espantoso, fueron tiradas a un pozo, ¡ disimulación forzada. !


La sangre allí derramada tenía que delatarlos, testigo para contarlo fué quizás el mismo viento que hizo llegar los lamentos hasta el " pueblo " de San Carlos.


Todo quedó al descubierto, pero el ejército Haitiano para encubrir sus paisanos pescó en aquél río revuelto.


En un juicui dizque abierto pero en verdad sin sentido, presentó allí tres bandidos, ¡ gran abuso de poder, ! ninguno tenía que ver con lo que había sucedido.


De angustia la patria ardía, aquél hecho demostraba cómo el país se encontraba, y a qué nivel se vivía.


Pero aún así, día a día este país, noble y lindo siempre gritó, ¡ no me rindo, ! y en un Febrero de acción sirvieron de redención


LAS VÍRGENES DE GALINDO.