El pregonero dominicano

De Enciclopedia Dominicana SOS
Revisión del 13:19 12 may 2015 de Profesor cruz (Discusión | contribuciones)

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Pregoneros de mi país

Sobre el Pregón

Los pregones están ligados a nuestra cultura popular como manifestaciones cotidianas que se enraizaron en la costumbre de los pueblos. Algunos, por populares, formaron parte de temas de Merengue, como Boniatillo y Crema y Pastelillos de a Dos, inspirados en un “célebre moreno vendedor de dulces”. También están El cuabero, de Johnny Ventura y El Carbonero de Freddy Beras Goico.

Hay mucha “tela por donde cortar”, al abordar los pregones y sus orígenes. Ni siquiera proponemos abarcar una buena parte de su contenido; pero, vale la pena recordar el: “Maní, manicito caliente…”, que imbrica la historia cultural y común del Caribe nuestro. Ahí está “El Manisero”, de Moisés Simons, que sonó en la época de la popular canción afrocubana “Mamá Inés”. En realidad, como plantean estudiosos del tema, el pregón creó un estilo que ha quedado “como elemento de valor folklórico y etnológico”.

En sus estudios del género, Miguel Barnet asegura que muchas veces nuestros pregoneros utilizan música campesina o variedades populares como sones o guarachas, le adaptan letra especial y lo cantan a manera de pregón.

Igual sucede con el Merengue. Algo así como un proceso inverso o de retroalimentación, pues muchos compositores han tomado motivos de pregones para crear temas musicales. Es el caso de Boniatillo y Crema, Pastelillos de a Dos, El Manisero, Frutas del Caney y El botellero, entre otras.

Cantos y gritos

Gracia, ingenio, creatividad. La modernidad y hasta la llamada post modernidad, han traído consigo ropajes nuevos para lo que existía hace siglos…Otra vez se escuchan en las calles los cantos o gritos sentenciosos, con estribillos repetidos y una cadencia que logra grabarse en las memorias.

Sentir esa voz implica imaginar lo que vende el pregonero. No son tantos como antes. Los nuevos tiempos también hablan de carencias y pobrezas. Pero, no se apaga la voz que como “capítulo importante del folklore y expresión de la profunda riqueza poética y musical del pueblo”, sigue deambulando, en busca de un comprador para su mercancía.

¿Quién no recuerda la septuagenaria melodía del Lamento borincano, creada por Rafael Hernández, con nostalgia que hace llorar el alma? ¿Cómo no sentirse parte del dolor del Jibarito y considerarlo propio ante la criminalidad, el alto costo de la vida, el aumento en los precios de la gasolina y los alimentos, la desintegración de la familia, la falta de empleos, etc.?

Pasa la mañana entera sin que nadie pueda su carga comprar, Ay!, su carga comprar; Todo, todo está desierto, el pueblo está muerto de necesidad Ay! de necesidad; se oye este lamento por doquier: En mi desdichada Borinquen, Sí!


Es cierto que los pregones no han sido estudiados lo suficiente, y también es verdad que entrañan fuentes de conocimiento en el desarrollo social de un país. Pero, nadie duda de su valor artístico y “cualidades literarias apreciables”.

Como señala Barnet, también hay un sentido mágico y riqueza metafórica de estos géneros criollos que, sin duda, reafirman nuestra identidad.

El paso de los años no ha permitido que muera el pregón, conocido desde aquellos tiempos de la colonia, con períodos de mayor auge. Se habla de ocasiones en que “sorprendía y a veces molestaba” a quienes intentaban influenciarnos con la cultura foránea.

Los pregones se resistían “a dejar de ser” y, sobre todo, a “dejar de ser auténticos”. Para la gente de hoy, es una suerte que este arte longevo no haya muerto y recobre una actualidad muy peculiar, de acuerdo al momento histórico y concreto que vive la sociedad dominicana.

Claro que hace falta escuchar más al afilador de tijeras, con su pequeña armónica que recordaba el uso del caramillo o flauta de la antigüedad y a otros de aquel entonces. Pero, ahí está el vendedor de helados: “a diez, a diez, guayaba, chocolate, fresa, helado en palito, a diez, a diez…”

Alejo Carpentier comentó que “el pregón callejero y los accesorios que sirven para anunciar sonoramente una actividad comercial ambulante se encuentran entre las cosas más misteriosas que pueden atraer la atención del hombre. Hay oscuras supervivencias, tradición de origen remoto, hábitos seculares, en esos anuncios vocales, en esos instrumentos primitivos de que se vale el profesional o vendedor ambulante para señalar su mercancía".

El Pregonero

Los pregoneros son personajes que con su trabajo llenan de vida, color y tradición su hábitat laboral, marcando con su sello característico los productos que pregonan.

Con su hablar popular y el ritmo que imprimen a su canto expresan cada día el sentir de su pueblo y dejan en su seno una estela de voces, frases y dichos cotidianos que enriquecen el acervo de la cultura folklórica y tradicional dominicana.

En los personajes que conforman los pregoneros se percibe amor, entusiasmo e interés por lo que ofrecen. Este sentimiento de apropiación de su quehacer es parte característica del pregón.

Tipos de pregoneros

Ayer y hoy –y seguro que mañana- contamos con pregoneros de “helado en palito”, “canquiña”, hojas para tizanas, periódicos, revistas; transporte –en voces de los llamados cobradores o “pitchers” de guaguas-, vendedores de dulces de coco, de maní, pirulí; limpiabotas, amoladores, ateza-bastidores, limpia calderos, etcétera.

La cultura tradicional tiene en el pregonero un eje conductor viviente y que extrae de la cotidianidad y la cultura popular, costumbres, cuentos, anécdotas, prácticas de vida, creencias, mitos y leyendas que nutren de folklore e identidad la historia de cualquier comunidad.

El pregón es un transmisor por excelencia de costumbres y tradiciones.

Referencias

Eco del Ozama