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Pedro Henríquez Ureña fue un poeta, ensayista, filólogo, humanista y educador. Nació en Santo Domingo el 29 de junio de 1884. Hijo de Francisco Henríquez y Carvajal y Salomé Ureña, dos figuras ilustres de las letras dominicanas de quienes heredó el amor a la poesía y el interés por las ciencias y la investigación. Luego de recibir los conocimientos básicos de lectura de sus progenitores ingresó, a los once años de edad, a la escuela de enseñanza primaria y continuó los estudios de bachillerato en el Liceo Dominicano, bajo la dirección de Emilio Prud'Homme, donde recibió el título de Bachiller en Ciencias y Letras (1901). Ese mismo año partió hacia la ciudad de New York con el propósito de realizar estudios universitarios y de aprender el idioma inglés.
Vivió en los Estados Unidos, Cuba, México, España y Argentina, países en los que se educó y a los que aportó también sus conocimientos y sus dotes de gran humanista. En 1914 se graduó de abogado en la Universidad Nacional de México y de Doctor en Filosofía y Letras en la Universidad de Minesota, en los Estados Unidos.
En México se desempeñó como profesor de lengua española en la Escuela Superior de Comercio y Administración, (1910), profesor de literatura española e his-panoamericana en la Escuela Preparatoria de la Universidad Nacional (1912-1913) y Director General de Enseñanza Pública en el Estado de Puebla, (1923-1924). En los Estados Unidos de Norteamérica fue corresponsal del periódico Heraldo de Cuba; profesor de las universidades de Minesota, Chicago y California e invitado especial de la Universidad de Harvard para dictar la prestigiosa cátedra Charles Eliot Norton (1940-1941). En Argentina enseñó lengua española y literatura en la Universidad Nacional de La Plata (1924-1931), literatura argentina, america-na y europea en el Instituto de Profesorado de Buenos Aires y literatura general en la Universidad de Buenos Aires. Posteriormente ingresó como a la Academia Argentina de las Letras. En diciembre de 1931, atendiendo a una petición del entonces presidente dominicano Rafael Leonidas Trujillo Molina, regresó a Santo Domingo a ocupar la Superintendencia de Enseñanza. Pero en 1933 renunció a dicho cargo acosado por control que ejercía el tirano sobre las institucio-nes del Estado.La imposibilidad de poner en práctica el programa de enseñanza que él anhelaba para la República Dominicana lo hizo volver a Argentina en 1933, donde perma-neció hasta el momento de su muerte. Paralelo al desempeño de sus funcio-nes académicas fue produciendo su obra crítica y de investigación. Entre sus obras más celebradas se destacan: Gramática castellana, La cultura y las letras coloniales en Santo Domingo, Seis ensayos en busca de nuestra expresión, Corriente literarias en Hispanoamérica y Apuntaciones de la novela en América, entre otras. Tuvo el privilegio de trabajar con las más grandes personalidades de las letras españolas e hispanoamericanas de su época, entre ellos Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Amado Alonso, Ezequiel Martínez Estrada y Jorge Luis Borges. Pedro Henríquez Ureña es el más grande humanista y el intelectual dominicano más uni-versal. Su nombre aparece junto a los de Andrés Bello, José Enrique Rodó, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Montalvo y José Martí, considera-dos como los forjadores del pensa-miento crítico contemporáneo en Hispanoamérica. Murio en Buenos Aires el 11 de mayo de 1946.