Los Juegos Tradicionales en su proyección Pedagógica y su incidencia en el campo de la Cultura

De Enciclopedia Dominicana SOS
Saltar a: navegación, buscar

El juego es un espacio y un tiempo de libertad, donde "todo se puede" dentro de lo que las reglas de juego permiten. Por ello, las posibilidades de aprendizaje en ese ámbito son incontables. Se aprenden modos de funcionamiento, formas de manejarse de las personas, se pueden ensayar roles, se explora y se experimenta con objetos desconocidos hasta el momento, se establecen nuevas relaciones y vínculos entre objetos, personas y el medio en general, se descubren los límites y posibilidades de cada uno y de los demás, etc.

En el proceso lúdico de los niños (y de otras edades también), podremos descubrir múltiples procesos relativos al aprendizaje y la educación, podremos ver entonces momentos de asombro, descubrimiento, análisis, establecimiento de relaciones, similitudes y diferencias.

Cuando le preguntamos a alguien sobre el juego, inmediatamente se remonta a un tiempo y espacio diferente, recordando una serie de vivencias positivas y aún negativas. No hay hombre sin juego ni juego sin el hombre. Las características de los juegos que hemos jugado podrán ser diferentes, de intensidades diversas, de momentos evolutivos distintos, pero aun así podremos encontrar elementos en común, más allá de nuestra cultura.

Basándonos en el planteamiento anterior, podemos decir que la cultura es todo aquello que el ser humano puede cultivar y construir en su vida, costumbres, creencias, comportamiento, valores, normas, objeto concreto, entre otros. Esto va surgiendo desde sus vivencias hasta su realidad ya sea en su entorno social o personal; entendemos que la cultura es la forma en que el individuo se desarrolla de manera artística e intelectualmente; mientras que la tradición es la herencia colectiva, el legado del pasado, lo es también debido a su renovación en el presente. La tradición, de hecho, actualiza y renueva el pasado desde el presente y para mantenerse vigente, y no quedarse en un conjunto de desplazadas antiguas o costumbres fósiles y obsoletas, se modifica al compás de la sociedad, pues representa la continuidad cultural. De aquí, justamente, su versátil capacidad de cambio y de adaptación cultural. La tradición, para ser funcional, está en constante renovación, y se crea, recrea, inventa y destruye cada día, porque la tradición contiene en sí misma los gérmenes de la estabilidad y del cambio y el cambio, en términos de adaptación sociocultural, es consustancial a toda sociedad; continuamente se crean nuevas formas de expresión cultural.